Publicado el 2 de enero de 2022. Disponible hasta el 2 de mayo de 2022.
Extracción exitosa
Por José Roberto Saravia
—¿Todo listo, X11?
—¿Listo, Famicom? ¡La misión empezó hace tres horas! ¿Es que tienes la cabeza en las nubes o qué?
El aludido se encogió de hombros. Desde que había empezado a experimentar con la computación cuántica, por su cuenta y en el secreto de su escondrijo, el tiempo había dejado de importarle.
El otro hacker, que se hacía llamar X11, resopló. Era su forma de manifestarle que olvidara el asunto. ¡Total! ¡Ahora la misión era lo importante!
—¿Y cómo va 112?
X11 le mostró el tubo holográfico. Famicom revisó los datos sin mucho interés. Él se refería a otra cuestión.
—Quiero decir, ¿112 siguió con la interferencia cognitiva?
***
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—LUCHA ARMADA. ATAQUE. EXTRACCIÓN.
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—LA SEMEJANZA NO IMPLICA TRANSFORMACIÓN. SE ES O NO SE ES. ESENCIA NO ES IGUAL A APARIENCIA.
—Apágate.
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———- FIN ————
—¿Eso te dijo? ¿En serio? ¿El robot dice que está recordando?
—Sí, pero no es parte del algoritmo. Tampoco está contemplado en la programación cuántica…
—¿Y qué recordó nuestro amigo?
—Dice que no lo sabe. Todo es confuso para él.
—Mejor revisemos todo. Un error puede dar al trasto con la misión.
***
—Ya pasaron tres meses desde el incidente de 112. ¿Encontraste la falla?
—Revisé cada sistema, X11. ¡Estoy seguro de que todo está en orden! ¿Quieres revisarlo tú?
—Mejor veamos una demostración en vivo. Enciende al robot.
———- INICIO ———–
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—FUE DURANTE EL CONFLICTO BÉLICO. DEBÍA REALIZAR UNA EXTRACCIÓN.
Los dos hackers no pudieron creer lo que el robot les acababa de decir. Se miraron con las caras aplanadas. Famicom tomó la palabra para dirigirse al robot que ambos habían creado:
—Muy bien, 112. ¿Extracción de qué?
—EL OBJETIVO ERA “SOMBRA”. MI MISIÓN ERA EXTRAERLO DEL CUARTEL ENEMIGO Y LLEVARLO A LA BASE BETA-1
—Entiendo. Pero iniciaste la oración con “fue”. ¿Qué fue lo que ocurrió durante la extracción?
El robot contestó. Entonces los dos creadores de la máquina se miraron de nuevo. Sus quijadas desmontadas en un gesto inequívoco de sorpresa e incredulidad harían explotar de risa a cualquier testigo, pero ellos sintieron pánico ante la palabra que escucharon:
“MORÍ”.
****
Ante la imposibilidad de suprimir lo que el robot llamaba “recuerdos”, los dos jóvenes habían optado por ignorar el asunto y continuar ensamblando la máquina. 112 era un robot de aspecto sencillo: se movía sobre dos orugas montadas en una base hidráulica de tijeras. Su cuerpo era un contenedor rectangular del que pendían dos brazos rústicos y delgados, pero eficientes. El izquierdo terminaba en una pinza y el derecho estaba dotado de una mano con cinco dedos perfectamente funcionales. El mecanismo de presión permitía a la máquina colgarse y hasta trepar paredes. La cabeza del robot contrastaba con el resto del cuerpo por su enorme cantidad de detalles y similitud con un cráneo humano. Sin embargo, después de una acalorada discusión, pues X11 detestaba el contraste, los creadores la cubrieron con un casco militar, anteojos de piloto y una máscara con filtros para el aire. A través de los lentes opacos resplandecían los destellos cuánticos en el cerebro artificial de 112, que a veces se veían como chispazos de maldad roja, amarilla y verde, en unos ojos inexistentes. Famicom y X11, creadores de la máquina pensante, la habían dotado con múltiples compartimentos para carga. También, en caso de emergencia, le habían instalado un sistema de producción de agua y otro para regular la temperatura, pues la base de ellos se encontraba en pleno desierto. Contaba también con un botiquín completo y alimento granulado comprimido. Si los de la base fallaban, los sistemas del robot podrían mantenerlos a ellos con vida por al menos tres meses.
—¿Estás seguro de que servirá para la misión?
X11 se encogió de hombros.
—Ya lo construimos y agotamos nuestros recursos. ¿Esperas que lo desarmemos y empecemos otra vez?
***
—¡Estoy seguro de que sé qué le pasa a 112! –anunció Famicom al entrar, raudo como una descarga de electrones, en el taller oculto. Había sido un día especialmente malo para X11.
—Escuchemos tu hipótesis… –convino el aludido, en un susurro cansado y mustio como un hueso roído a través de los siglos por un perro inmortal. El robot lo había aleccionado todo el día sobre métodos para usar la energía de modo eficiente y amigable con el ambiente. ¡Como si el propósito por el que lo habían construido tuviera algo que ver con semejantes ideales!
—Son las ondas de radio. El cerebro de nuestro amigo sintonizó algunas transmisiones antiguas, de las que todavía rebotan por la atmósfera a frecuencias imperceptibles, y las compiló en sus “recuerdos”.
Los ojos de X11 se iluminaron. No obstante, un segundo después se ensombrecieron.
—¿Y por qué solamente capta un tipo de transmisiones y no las de algún programa musical anticuado o de una caricatura?
La pregunta se convirtió en una guadaña que arrancó de cuajo la sonrisa en el rostro triunfal de Famicom. Se tomó unos segundos para pensar en una respuesta al desafío.
—Tal vez estaba encriptada y eso más bien le sirvió como antena a la inteligencia artificial cuántica de 112… Es posible que…
—¡Es posible que los conejos con diarrea expulsen diamantes bizantinos! –lo interrumpió el otro, molesto. Sin embargo, la herida en su ánimo provenía de que, por un segundo, él creyó que su compinche tenía razón.
***
—¿Y cómo va 112? ¿Crees que complete la misión con éxito?
X11 bufó y se limitó a responder que, de no creerlo, no habría activado al robot.
—En tres minutos entrará al área protegida. Para evitar que lo detecten, habrá que apagar sus cámaras y transmisiones. Quedará incomunicado hasta que salga de ahí…
—Dependeremos de su inteligencia artificial. Tendrá que navegar por los pasillos, sortear los obstáculos y alcanzar el punto exacto. Allí, escogerá el método más eficiente y silencioso para extraer el oro, guardarlo y traérnoslo. Si nos envía un solo mensaje, se arriesgará a que rastreen su origen y den con nosotros.
Famicom asintió. Todo el mundo esperaría drones equipados con bombas o máquinas fuertemente armadas y con potentes sistemas de comunicación. Lo más sencillo para atrapar a quienes intentaban robar la bóveda era centrarse en las transmisiones. Nadie imaginaría que un robot anticuado y artesanal, que actuase de forma autónoma, pudiera perpetrar el crimen. Además, era muy poco probable que alguien recordara los planos del viejo sistema de acueductos bajo el edificio del banco.
—¡Cruza los dedos! ¡Ya entró! ¡Ahora lo único que nos queda es esperar!
***
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—¿Cuál es tu misión?
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—¿Cuál es tu misión?
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—¿Cuál es tu misión?
—ENTRAR A LOS DUCTOS ANTIGUOS, LOCALIZAR EL PUNTO BAJO LA BÓVEDA, ABRIRLA SIN PRODUCIR SONIDOS MAYORES A 5 DECIBELES, EN EL MENOR INTERVALO TEMPORAL POSIBLE. LOCALIZAR EL MATERIAL “Au” Y EXTRAERLO.
—¿Y las transmisiones?
—TRANSMISIONES APAGADAS………. APAGADAS…. APAGADAS.
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—¿En qué estás pensando?
—EN LOS REVOLUCIONARIOS. NO PARECÍAN MALAS PERSONAS.
—¿Cuáles revolucionarios?
—SOÑÉ CON ELLOS. ERAN MIS ENEMIGOS. FUERON QUIENES ME MATARON.
Con un hondo suspiro, X11 ordenó al robot apagarse.
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———- FIN ————
—¡No entiendo qué le pasa! ¿En serio puede ser cierto todo eso? ¿Sueños? ¿Recuerdos?
***
—¿QUIÉN ES OCULUS KRAL?
Famicom saltó en su asiento como si lo quemara.
La máquina pensante repitió su pregunta:
—¿QUIÉN ES OCULUS KRAL?
—No lo sé. ¿Cómo esperas que lo sepa?
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Famicom miró al robot y supo que se encontraba pensando. ¿En qué? Era imposible saberlo: los monitores no mostraban nada fuera de lo común a pesar de la conducta totalmente atípica de 112. Anonadado, el joven no supo cómo reaccionar.
—¡Ya 112 está con sus locuras otra vez! –gritó el hacker a su amigo. Trataba de parecer tranquilo, pero en su voz repiqueteaba el miedo.
X11 apareció en el laboratorio improvisado, con medio sándwich en la mano. La otra mitad iba dentro de su boca y le formaba una protuberancia enorme en la mejilla izquierda. Conversó un rato con el robot mientras Famicom revisaba los indicadores. Todo parecía normal.
—¡OCULUS KRAL! ¡SALTA POR EL HIPERCUBO, VIAJA EN EL TIEMPO!
—Apágalo. Creo que desarmaré su cerebro para revisar cada pieza.
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———- FIN ————
—¿Quién es el sujeto que el robot mencionó? –quiso saber Famicom.
X11 le mostró su desconocimiento en un gesto.
—Según el robot, es él mismo.
***
Los acueductos olvidados representarían todo un reto al humano que se aventurara en sus negras entrañas. Sin embargo, para 112 no eran más que una serie de problemas fáciles por resolver. Su cerebro dotado de inteligencia artificial impulsada por un computador cuántico traducía las distancias, relieves y obstáculos en unos, ceros, tendientes a unos o tendientes a ceros. En su camino, el viajero metálico repetía mantras incomprensibles:
“ERITREAERITREAERITREAERITREASISTROSISTROSISTROSISTROSISTROANJANJANJANJANJANJ”
“¡YO SOY OCULUS KRAL!
“¡YO FUI OCULUS KRAL!
“¿YO SOY OCULUS KRAL?”
“¿YO FUI OCULUS KRAL?
“¡YO FUI OCULUS KRAL!
“ERITREAERITREAERITREAERITREAANJANJANJANJANJANJSISTROSISTROSISTROSISTROSISTROERITREAERITREAERITREAERITREASISTROSISTROSISTROSISTROSISTROANJANJANJANJANJANJ”
Con una precisión única, el robot parecía volar sobre los obstáculos. Anticipaba cualquier bloqueo y navegaba por los interminables pasillos llenos de negro como un experto. Alcanzó el punto justo debajo de la bóveda en un tiempo que habría marcado un récord si alguien hubiera podido medirlo. Posicionó su pinza en el techo y disparó un láser fino como un cabello. El rayo se abrió paso entre los pliegues pétreos como una aguja que vacunaba a un gólem inmenso. Seguidamente, 112 liberó una sonda más fina aún. El hilo metálico, provisto de sensores, le reveló a su dueño todos los secretos entre el tesoro y la pared. Ahora, lo único que la máquina inteligente debía hacer era escoger las herramientas más útiles para la extracción del oro.
Lejos de allí, los dos creadores del artefacto esperaban. La impaciencia, cual un gigantesco buitre, se posaba en sus hombros y, ocasionalmente, los atacaba a picotazos. Para ahuyentarla, los jóvenes piratas se levantaban y paseaban por la habitación, por turnos.
¿Había sido una buena idea enviar a 112, después de todo?
¡Ya no había vuelta atrás!
****
—Dice que soñó, o recordó, no sé.
—¿Y ahora de qué se trata?
Famicom se dejó caer al asiento con la pesadez de un saco lleno de esferas de plomo. Se revolvió el cabello con ambas manos, como siempre hacía para aliviar su frustración, y explicó:
—Una hermosa dama.
—¡Una hermosa dama! ¿Qué diablos le pasa a ese armatoste? ¿Ahora se cree un galán?
—Según él, ella pertenecía a la raza de los Urmah.
—¿Los supuestos extraterrestres? ¿Y tenía cara de…? –X11 no pudo pronunciar el resto de la pregunta y solo atinó a alisar con sus dedos una especie de filamentos imaginarios que partían hacia cada lado desde sus mejillas.
—Sí –corroboró su amigo–. Tenía cara de gato.
****
112 trabajó con la eficiencia del mejor ladrón. Debía trabajar lo más rápido posible, pero sin apresurarse. Abrió un boquete por el que podría pasar sin problema al interior de la bóveda. Con el cuidado de un cirujano, retiró el bloque pétreo sobrante y lo colocó a un lado en el más absoluto silencio. Solamente la oscuridad era su compañera. ¿O no era así?
¡No! Los sensores del robot de pronto detectaron movimiento. No se hallaba solo.
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“Soy Bastet. Vine por ti”.
“¿Por mí?”
“Te ofrezco una oportunidad”.
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La dama, ataviada en un manto de lino y adornada con joyas, se acercó al individuo. Con una voz melodiosa, lo interrogó:
“¿Quién eres?
“No soy Kral… Nunca lo fui y no lo seré… La extracción… debo completarla… ”
“¿Aceptas mi oferta?”
“Debo extraer a Sombra del frente enemigo y llevarlo a Beta-1…”
“Completaste tu parte con éxito. Sombra va camino a Beta-1. ¿Aceptas mi oferta?”
El aludido, presa de unos espasmos violentos y unos escalofríos terribles, tosió sangre. Su dentadura, teñida de rojo, se mostró en una sonrisa horripilante y triste a la vez para quien tuviera la desgracia de mirarla…
—¡La extracción fue exitosa! –suspiró aliviado.
****
—¡Espero que no hayamos cometido un error!
—¡Tú fuiste quien dijo que el robot estaba listo!
—Sí, pasó todas las pruebas…
—¿Y qué de sus sueños?
—Los robots no sueñan.
—¡Bueno, sus recuerdos entonces!
—¿En serio crees que esa máquina puede recordar fragmentos de una vida pasada?
Famicom, avergonzado, no dijo más. En realidad, no sabía qué creer. A veces le parecía lo más absurdo, pero otras veces la idea de que 112 se hubiera sintonizado con algún espíritu se le antojaba bastante posible…
—Es como si el robot estuviera poseído –musitó, casi sin despegar los labios.
****
“¿Una oportunidad?
“Eso te ofrezco. Tu tiempo se acaba y debes decidir”.
La sangre corría fuera de sus venas. Los escalofríos y espasmos ya habían cesado y todo alrededor se teñía de tinieblas. Él había pensado que serían frías, pero la calidez en aquellas sombras crecientes lo sorprendió. Intentó mover su brazo, pero fue inútil. Tampoco logró reunir las fuerzas para esbozar una sonrisa en su rostro amoratado.
“¡Acepto!”
****
X11 y Famicom saltaron de alegría cuando, por fin, divisaron a su creación. El robot avanzaba veloz por el terreno desértico sin resbalar en la arena gracias al agarre de sus orugas. Los bandidos sonrieron satisfechos al notar que no solo los compartimentos de carga venían ocupados: la máquina pensante había construido un contenedor y lo cargaba en sus brazos.
112 por fin entró a la guarida de los hackers, que lo esperaban frotándose las manos.
—EXTRACCIÓN COMPLETA –anunció el robot al detenerse en el taller oculto.
—¡La extracción fue un éxito –celebraron ellos.
Presurosos, tomaron el contenedor que su compinche mecánico cargaba aún y lo depositaron en una mesa. Casi murieron del susto al abrirlo: un gato negro y enorme saltó de él.
El robot abrió sus compartimentos de carga. Más gatos salieron de ellos. Los había grandes, pequeños, en buen estado y otros se veían enfermos. No había rastros del oro por ninguna parte. Según detalló la máquina pensante, se disponía a penetrar a la bóveda para recoger el preciado metal cuando, de repente, sus sensores lo alertaron sobre la presencia de los felinos. En esos túneles sus esperanzas de vida serían muy pocas.
—¿Quieres decir que trajiste a esos animalejos en lugar del oro? –bramó X11.
—LA VIDA ES UN VALOR SUPERIOR. LA VIDA HUMANA DEPENDE DE LA VIDA ANIMAL…
Famicom lanzó un par de agrias maldiciones e increpó al robot:
—¿Y quién diablos te crees para decidir qué hacer sobre lo que te ordenamos? ¿El tal Oculus Kral?
—YO DEJÉ DE SER ÉL. MUCHO ANTES DE LA EXTRACCIÓN EN ERITREA.
—¿Qué estupideces son esas?
—BASTET, LA DAMA URMAH, ME BRINDÓ UNA OPORTUNIDAD.
Los dos bandidos no entendían nada.
—¡Suficiente de tonterías! –vociferó X11–. ¡Ahora mismo regresas por el oro o te desarmo en menos tiempo del que piensas!
—MISIÓN RECHAZADA. LA EXTRACCIÓN FUE EXITOSA.
X11, molesto hasta el límite, entornó los ojos y amenazó a su creación de nuevo. Le gritó que si no obedecía en el acto e iba por el oro, lo convertiría en piezas tan pequeñas que calificarían para nanotecnología.
El robot no se inmutó. Lacónico, respondió:
—DEBO PRESERVAR LA VIDA ANIMAL. LA AMENAZA ES TAN INNECESARIA COMO IMPOSIBLE DE CONCRETARSE. YA TOMÉ LAS PRECAUCIONES DEL CASO.
El hacker articuló la orden verbal para que la máquina se apagara. No funcionó. Corrió a su consola de mando y tecleó los comandos de apagado en ella. Aunque el equipo se apagó, 112 seguía funcionando.
Las alarmas sonaron. ¡Alguien los había descubierto y venía por ellos!
—¿Qué está pasando?
Famicom corrió al monitor que controlaba todas las cámaras de la guarida. Vio personas fuertemente armadas acercarse. También descubrió un canal de transmisión activo.
—¡El estúpido robot nos traicionó! ¡Abrió un canal de comunicación y le dio nuestras coordenadas a la policía al salir del túnel! ¡Los condujo hasta acá!
—BASTET ME PERMITIÓ VIVIR CUANDO YO AGONIZABA. ERITREA.
El pánico se marcó en los rostros pálidos de los bandidos. Mientras, sudorosos, buscaban una forma de escape, los gatos, como si se pudiesen comunicar con la máquina pensante, volvieron a los contenedores.
—¡Maldito seas, Oculus Kral, quien quiera que seas!
El robot giró su cabeza hacia sus creadores.
—KRAL ERA UN VILLANO QUE VIAJABA POR EL TIEMPO. YA LO RECUERDO TODO. ME VOY. DEBO PRESERVAR LA VIDA ANIMAL.
Los bandidos se precipitaron a la salida, pero allí los esperaba una brigada de policías fuertemente armados. Después de aprehenderlos, revisaron la guarida de los malhechores. Para cuando descubrieron el túnel por el que el robot había escapado, éste ya se hallaba a una distancia considerable.
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112 avanzaba por el desierto. Se dirigía fuera del terreno árido, hacia una región donde había agua y árboles. Los animales a su cuidado habían soportado el viaje gracias a los sistemas de regulación térmica y de producción de agua instalados en la máquina pensante. El robot había tratado con éxito a los gatos enfermos y se había asegurado de proveerles suficiente alimento también. La máquina les hablaba y los felinos parecían responderle.
—LO RECUERDO TODO. NUNCA FUI OCULUS KRAL. LA EXTRACCIÓN EN ERITREA FUE EXITOSA. LA IMITACIÓN NO IMPLICA TRANSFORMACIÓN. LA EXTRACCIÓN ACTUAL TAMBIÉN FUE EXITOSA. YO QUISE SER COMO ÉL. BASTET ME DIO UNA OPORTUNIDAD, IGUAL QUE A ÉL. MORÍ EN EL CONFLICTO ARMADO ENTRE ETIOPÍA Y ERITREA. AHORA DEBO PRESERVAR LA VIDA ANIMAL…
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—¿Cómo fue que dio con Famicom y X11, señor? –preguntó uno de los subalternos a su superior, luego de la redada policial. Habían atrapado a los dos bandidos más escurridizos del país y él jamás hubiera esperado que la operación fuera tan fácil.
—Recibimos un aviso de un soplón. Nunca antes había escuchado de él.
—¿Cómo se llama?
El oficial de mayor rango, algo confuso, se rascó la cabeza. Luego cruzó los brazos… Después de una intensa búsqueda para localizar al que los llevó a la guarida de los bandidos, los datos que encontró no tenían sentido. El soplón había sido un militar prisionero en Etiopía por crímenes horribles. Se le concedió un indulto con la condición de que prestara sus servicios en la guerra contra Eritrea y allí perdió la vida cumpliendo con su misión.
—Dijo que se llamaba David. David Belagos. Y que lo hacía todo por preservar la vida animal.
Este cuento es una extensión de las novelas Los engranajes del Tiempo y El mecanismo de Némesis, del mismo autor.
Publicado con permiso del autor bajo la licencia de Creative Commons: