Publicado el 2 de enero de 2022. Disponible hasta el 2 de mayo de 2022.
El Morino por adquicisión (escena extra)
Por Yeraldín Acosta
Exceder las expectativas de mis padres, hacer todo lo posible para que cada día sientan que fue una buena idea recibirme en sus vidas.
Tomé esa decisión con apenas nueve años de edad, una noche en la que papá arriesgó su vida por protegerme. El sentimiento de gratitud, que ya para ese entonces había sido grande, creció acompañado de un cariño inigualable.
―¡Morino! ¿Quién era la chica que te buscaba? ―preguntó Murosaki, mientras la mitad de los chicos de la clase prestaban atención.
―No te importa. Solo procura alejarte de ella, lo digo en serio ―No me importa si lo malinterpretan, tarde o temprano se darán cuenta de la verdad, y entre más tarde mejor.
―¿De qué hablas? Es una chica de primer año, ¿verdad? ¡Es preciosa! No creo que seas capaz de conseguir una como ella. Además, se supone que ya tienes novia, ¿o me equivoco?
―Si te acercas a ella, te daré una paliza ―Desde hacía unos cuatro años atrás había sido lo mismo. Los chicos se fijaban en ella y yo procuraba mantenerlos alejados. Fue muy problemático cuando estuvimos en instituciones diferentes por nuestra diferencia de tres años. Ahora, había ingresado al mismo instituto que yo y podría protegerla al menos por un año antes de irme a la universidad.
―¿De qué―?
― ¡Haru-niichan! ―Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Volteé para ver a Natsuki, la hermosa chica de la que hablábamos hacía solo un minuto. Tenía el cabello poco más abajo de los hombros, una sonrisa traviesa y una figura, lamentablemente, muy bien formada. Estaba en la puerta de la clase y, antes de que pudiera pedirle que esperara afuera, entró a la clase sin miramientos y se acercó―. Olvidé preguntarte en dónde puedo encontrar información para los clubs de la escuela. Papá me dijo que había una gran variedad de clubs deportivos y estoy ansiosa por elegir ―se acercó a mí un poco más y murmuró―: Te he dicho que dejes de actuar de esa manera. Odio cuando intentas que malinterpreten nuestra relación porque no crees que puedo cuidarme sola. Déjalo de una vez.
Debí esperar a que se hubiera alejado un poco.
Natsuki odiaba que la trataran como a una niña indefensa, lo cual era irónico porque era mucho más fuerte y capaz que yo cuando se trataba de artes marciales.
―T-te lo dirán durante la ceremonia de apertura ―dije resignado, temiendo lo peor. Ya sabía lo que venía por parte de mis compañeros de clase y lo que tendría que afrontar al regresar a casa.
―Disculpa ―intervino Murosaki con una dulce voz―. ¿Acaso eres la hermana de Morino?
―¡Sí! ―contestó de inmediato con una sonrisa de triunfo―. Soy Morino Natsuki, es un placer conocerlos.
Natsuki les dirigió una dulce sonrisa. Ella era muy parecida a mamá, tenía una cara hermosa y una personalidad amigable. A mi madre esto le divertía mucho, a papá y a mí nos preocupaba ya que en nuestra familia era muy peculiar y muchas de nuestras costumbres venían de mi mamá y mi abuelo (su padre) quienes vivieron tanto tiempo en el extranjero que olvidaron cómo se hacían ciertas cosas en Japón. Por esa razón, muchas de las costumbres de Natsuki eran malinterpretadas con facilidad.
―¡Así que su hermana pequeña! Y dime, ¿te interesaría ser nuestros amigos también?
Natsuki lo miró directamente a los ojos por un segundo; luego sonrió y contestó con toda naturalidad.
―No tengo problemas de ser tu amiga, pero quítate primero esa idea de que podrás aprovecharte de mi “inocencia” para sacar algún provecho. Tus ideas neandertales sobre cómo deberías tratar a una mujer también deberían cambiar. Llámeme después y yo misma te invitaré a un café.
El silencio cayó entre mis compañeros de clase, solo roto por mis esfuerzos en vano de contener la risa. Tenía que admitirlo, ella sabía cuidarse sola. En especial porque “sus ojos privilegiados” podían ver mucho más que los de cualquier otra persona.
―¡Bien dicho, Natsuki-chan! Siento lo de hace un momento y gracias por las galletas de esta mañana, estoy seguro que estarán deliciosas. Deberías regresar ahora, estoy seguro que la ceremonia de apertura está a punto de comenzar y creo que no deberían ingresar en el edificio aún.
―De acuerdo ―dijo con un tono de falsa resignación―. Si alguien me riñe por venir aquí, diré que fue por culpa de mi tonto hermano, quien me obliga a hacerle favores en un día tan especial como este.
―Preferiría que dijeras que te perdiste buscando el baño.
Natsuki sonrió.
―Es tu día libre, ¿verdad? ¿Vas directo a casa o irás a visitar a Ai-chan?
―T-tengo actividades del consejo, s-si me es posible, iré a verla.
―¡Te sonrojaste! ¡Sigues siendo un chico tímido, aunque intentes ocultarlo!
―¡Cállate! ¡Regresa a tu clase de una vez!
Natsuki salió corriendo riéndose sin disimulo. Siempre había disfrutado avergonzarme, en especial porque era un lado de mí que procuraba mantener oculto.
―¡Morino! ―Murosaki puso sus manos en mis hombros y, totalmente sonrojado se dirigió a mí―. ¡Me enamoré de tu hermana! ¡Por favor, ay―!
―Nunca. Ella misma lo dijo, no le interesas.
―¿Qué? P-por favor, es… preciosa y graciosa… ¡Jamás había conocido una chica como ella! E-es como si fuera muy sincera y―
―Pues únete a la lista de amores descartados, ya es bastante extensa y no entras ni a los diez mejores. Tendrías que pasar no sólo sobre mi cadáver sino también sobre el de mi padre y mi abuelo. Y déjame decirte, yo soy el fácil.
Sabía que era una buena amenaza, desde tercer grado había dado mi mejor esfuerzo en las artes marciales justo como el resto de mi familia. Había sido exhaustivo, casi inhumano, pero había sobrevivido. Cada mañana entrenábamos juntos y cada semana tenía un entrenamiento especial de alguno de los miembros de mi familia, las clases más difíciles eran las del abuelo
―Pero…¿P-piensan que se va a quedar sola toda su vida? ¡No es como si te fueras a casar con ella!
―Ahora recuerdo ― intervino Tatsuda quien se había limitado a reírse de la escena―, hace un tiempo escuché algo, ¿es cierto que eres adoptado, Morino?
Sentí un vacío extraño pero familiar en el estómago. No importaba cuánto intentara ocultarlo, la gente siempre encontraba extraño que no me pareciera en lo más mínimo a ninguno de mis padres y, tarde o temprano, salía ese dato a la luz. No me avergonzaba, más bien me sentía agradecido y orgulloso de llevar el apellido Morino, pero la gente comenzaba a tener una actitud un tanto despectiva y otros juzgaban la generosidad de mis padres. Esto me molestaba mucho, por eso me esforzaba al máximo por tener las notas más altas de la clase, seguir el entrenamiento con todo lo que tenía y ser una persona modelo. Después de todo, se lo debía a mis padres y a la sociedad por las cosas que hice en el pasado.
―Así es, me adoptaron cuando estaba iniciando tercer año de primaria. Natsuki es su hija biológica.
―E-e-e-entonces ―dijo Murosaki desesperado―, c-c-como no es tu hermana quieres tener una relación con ella y ―
―¿Eres idiota o qué? Natsuki sí es mi hermana. Hemos vivido casi nueve años juntos, ¿cómo podría considerarla como una chica?
―Pero, entonces porqué―
―Porque como existen idiotas como tú le prometí a papá que la cuidaría. Y siempre cumplo mi palabra. También quiero que te queden claro dos cosas: Uno, no pretendemos que Natsuki pase su vida sola, queremos que encuentre una persona que la valore como es debido y no intente aprovecharse de su personalidad. Y dos… e-estoy muy satisfecho con mi novia actual, es todo.
Había sido una semana agotadora. Dejando de lado la situación de Natsuki, el trabajo en el consejo estudiantil era duro (yo era el vice presidente), teníamos entrenamiento tres veces a la semana en el club de Aikido (yo era el capitán), trabajaba medio tiempo en un restaurante, tocaba el saxofón y estaba saliendo con una chica.
Ai-chan era mi amiga de la infancia incluso antes de que yo adquiriera el apellido Morino. No solo conoció a mis antiguos padres, sino que incluso sufrió a causa de mi padre biológico. Sin embargo, con el tiempo y mi situación especial nos distanciamos un poco, volvimos a encontrarnos por casualidad en el último año de preparatoria y nos limitamos a intercambiar nuestro número de contacto.
Yo estaba decidido a concentrarme en mis estudios y en ser un hijo modelo, quería demostrarles a los Morino que habían tomado la decisión correcta al adoptarme. Pero después de que la vida la puso una vez más en mi camino, no pude evitar sentir que la distancia que nos separaba era asfixiante. Papá me alentó a buscarla. Me instalé en la zona segura de la amistad porque, más que tímido, era cobarde.
Hacía poco más de un mes que me decidí en declararme, en parte porque no podía soportarlo más y en parte también porque, gracias a un amigo común, me di cuenta que la popularidad de Ai-chan iba en aumento después de ganarse nombre como parte del equipo de natación. La esperé en la entrada de su escuela y le pedí que me acompañara. Aún recuerdo cómo mi corazón latía sin piedad y cómo todo lo que había practicado y todos los consejos que había recibido desaparecieron de mi cabeza, lo único que quedó fueron las palabras de papá “Solo sé sincero, hijo.”
Quizás fui mucho más sincero de lo debido pues terminé declarándome de la pero manera posible:
“Soy una persona promedio que intenta resaltar como hijo modelo. Estaba decidido a olvidarme de mis deseos por hacer que mis padres se sintieran orgullosos y que el mundo me aceptara como su hijo. Paso demasiado tiempo estudiando y encontrando maneras de ser reconocido. Lo estaba logrando, pero, cuando volviste a mi vida y te fuiste de nuevo pensé que de verdad quiero ser reconocido, no como estudiante modelo u otro de los Morino, sino como Haru y… como tu novio. M-me gustas mucho, Ai-chan. ¿S-saldrías conmigo?”
El solo recordarlo, me avergonzaba demasiado, pero había aceptado. Eso era suficiente.
―¿Hijo? ―La voz de papá me sacó de mis pensamientos. Era alto, bien parecido y usaba gafas. Tenía el cabello negro oscuro, lo que hacía relucir aún más la única cana que comenzaba a mostrarse lentamente en su cabeza. Era corpulento pues llevaba más de veinte años entrenando distintas artes marciales. Un gran periodista y editor del periódico más importante de la ciudad, escritor de al menos tres novelas y muchas historias cortas y poemas. Las personas que más admiraba en este mundo, no por sus éxitos, sino porque él era mi papá―. ¿Tuviste que quedarte en el consejo estudiantil otra vez?
―S-sí ―dije un tanto avergonzado― ¿Vas a hacer las compras?
―Sí, es una tarde preciosa y decidí preparar algo especial para tu madre. Está muy ocupada con la traducción del libro y de verdad se está esforzando más de lo debido.
―¡Por supuesto que lo está! Es tu libro después de todo. Estoy seguro que quiere hacer el mejor trabajo de su carrera, es el primero de tus libros que será publicado en el extranjero.
―De la manera que lo pones, me hace sentir un poco culpable, pero sé que lo está disfrutando mucho. ¿Vas hacia la estación?
―¿C-cómo lo sabes?
―Tu expresión, parece que estás nervioso y feliz al mismo tiempo.
Con él podía hablar de lo que fuera y sabía que escuchaba con gusto. Papá había logrado conocerme más de lo que ni siquiera mi madre biológica logró, pero seguía avergonzándome un poco y temiendo resultarle una molestia de alguna manera
―M-me ofrecí a hacer unas cosas en el consejo para matar el tiempo.
―¡Ah! Ai-chan tenía práctica hoy y necesitabas una excusa para esperar tanto para ir a verla ―Asentí, sentí mi cara y mis orejas calentándose.
¡Reaccionas como una niña, Haru! Se decepcionará si sigues de esa forma.
Papá comenzó a reír mientras se disponía a caminar conmigo hasta la estación.
―No te burles, papá.
Y ahí estaba, cada vez que lo llamaba papá, sonreía con tal dulzura que resultaba vergonzoso. Recuerdo lo difícil que fue para mí hacerlo la primera vez. La palabra “padre” le correspondía a un ladrón astuto, capaz de engañar a cualquiera y de utilizarme para conseguir lo que fuera, incluso si eso significaba terminar con la vida de mamá. Pero el “papá” que quería dirigir a Morino Dai era distinto. Estaba asustado de ir más allá de lo debido, de ser odiado por esa simple palabra. Cuando al fin pude pronunciar esa palabra, papá no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas de alegría, las cuales compartí sin entender el porqué.
―Por supuesto que no me burlo, Haru. Es solo que me parece muy curioso.
―¿Qué?
―Pues, has trabajado muy duro por parecer un chico confiado desde hace mucho, y lo has logrado, pero no puedes evitar dejar salir tu verdadero yo cuando se trata de ella.
Me detuve en seco y lo miré un tanto asustado. Él sólo se me limitó a mostrarme su cara de “¿Ah? Te sorprendió, ¿verdad?”
―No me digas que… ¿cómo lo―?
―¡Vamos, Haru! He sido tu padre por nueve años. Creo conocerte lo suficiente para saber que estás trabajando muy duro por hacernos sentir orgullosos.
Sentí mi cara calentarse. ¿Cómo pude ser tan idiota como para pensar que no se darían cuenta! ¡Ellos son excesivamente observadores!
―Yo… q-quería que… el adoptarme… q-quería que sintieran que fue una buena decisión.
Pude sentir la mano de papá en mi cabeza. Era algo que hacía todo el tiempo y siempre transmitía un cálido sentimiento.
―No seas tonto, Haru. No fue una decisión que tomamos a la ligera y siempre hemos sido felices de tenerte como nuestro hijo. Sabes muy bien por qué te elegimos incluso sabiendo tu condición especial.
―Lo sé y aunque sé que no lo hicieron por lástima quería demostrarle al mundo… y a mí mismo, que podía darle honor al apellido Morino, por eso…
―Te has esforzado colosalmente para ser el primero de la clase y sobresalir en las artes marciales y actividades extracurriculares.
―¿P-por qué no me dijiste que lo sabías?
―Lo hubieras hecho de todas formas, pero habrías estado más avergonzado y quizás la presión hubiera sido mayor de esa manera. También creía que era una manera de hacerte más fuerte. Tuviste una infancia muy difícil y necesitabas metas para mantenerte a flote. Además, en parte hacías todo eso para probarte a ti mismo.
―Yo… quiero borrar ese “ladrón”… pero… no puedo evitar recordarlo. Aún puedo determinar el precio de cualquier tipo de joyería con solo darle una mirada y, aunque odio admitirlo, aún puedo abrir cualquier tipo de cerradura. No necesito intentarlo, lo sé con solo verlas. Puedo imaginar perfectamente su montaje interno y sé dónde y cómo introducir la aguja… ¡Pero juro que no lo he hecho!
―Lo sé, Haru. Creo que lo de las cerraduras fue un juego para ti durante muchos años, probablemente lo encuentras divertido, pero no lo haces desde que nos disculpamos con el dueño de aquel centro comercial. Aún puedes hacerlo con las puertas de la casa, si así lo deseas.
Sonreí.
―Las puertas de la casa nunca están cerradas, papá… Gracias. Quisiera sacarle algún provecho a todo lo que aprendí en ese entonces, de una buena manera.
―¿Tienes algo en mente?
―Aún no. Sería útil si fuera detective o policía, pero después de cómo murió mi madre biológica, no podría tener un arma en mis manos.
―Es natural. Buscaremos algo juntos luego. ¿Te parece? ―Asentí―.Y, quiero decirte una cosa más. Tu madre y yo hemos estado muy orgullosos de ti desde que llegaste a nuestra casa. Jamás habíamos visto tal fortaleza en alguien, mucho menos en un niño. Yo en especial me sentí inseguro al traerte porque no creí ser lo suficientemente bueno para ser el padre que necesitabas. Me siento muy feliz de que llegaras a nuestras vidas, Morino Haru-kun.
Contemplé el sincero rostro de papá mientras hacía lo posible para contener mis lágrimas. ¿Cómo pudo haber dudado de su capacidad como padre cuando era mucho más de lo que yo merecía?
―G-gracias, papá. De verdad, muchas gracias.
―Es un placer, hijo. Ahora es mejor que te apresures o no podrás ver a Ai-chan antes de que regrese a su casa ―Asentí―, y está bien si dedicas un poco más de tu tiempo a estar con ella, no necesitas ser el primero en la clase para hacernos felices, procura mantener un buen promedio, es todo.
―De acuerdo.
―También deja de ocultar tu lado tímido. Me parece muy divertido porque me recuerda a mí mismo.
―¿Tú? ¿Tímido?
―Era un cobarde inseguro a un punto preocupante. Quizás pecaba de timidez, aunque no lo creas. Fue muy difícil para mí declararme a tu madre y aún más obtener una respuesta afirmativa de ella.
―Es difícil creerlo.
―Tú tuviste suerte porque te aceptaron la primera vez, yo perdí la cuenta de cuantas veces me rechazaron.
―Jajaja, sino lo repitieras tanto, no lo creería. Tienen una relación muy buena.
―Jaja, supongo que seguiré diciéndolo, es una manera de molestarla.
―¿Te gusta tanto como en ese entonces?
―No. Aunque sonaría imposible para mi yo de 18 años, cada día me gusta más.
―De acuerdo, eso sí es vergonzoso.
―Jajaja. Tú fuiste quien preguntó. Bueno, nos vemos, hijo. Recuerda, ser tímido no es sinónimo de ser cobarde.
―… entonces competiremos con las otras escuelas de la ciudad. Si todo marcha bien, nos enfrentaremos a la tuya en un par de semanas ―Ai-chan caminaba tomada de mi brazo, había tomado su mano un par de veces desde que comenzamos a salir, pero me resultaba muy difícil, por lo que ella terminaba tomando la iniciativa.
―¿Me veré muy mal apoyando a la escuela de mi novia en lugar de a la mía?
―Eres un miembro del consejo escolar, entonces sí, pero es mejor que quedes mal con ellos que conmigo. ¿No te parece?
―¡De acuerdo! Te animaré tanto que te sentirás avergonzada.
―No sé si lo quiera a ese extremo.
Habíamos llegado a la puerta de su casa. Siempre parecía caer un ambiente un tanto tenso entre nosotros en ese punto.
―Bueno, gracias por traerme, Haru-kun.
―S-sí.
―Cuando tengas algo de tiempo libre, ven a cenar con nosotros. Papá dice que quiere hablar contigo.
―Eso me asusta un poco. P-pero… si estás libre este domingo, p-podríamos pasar la tarde juntos y podría cenar en tu casa.
―¡Me encantaría! ¿Estás seguro que tienes tiempo para eso? Creí que tenías mucho que estudiar.
―N-no parece tan importante ahora.
Ai-chan se sonrojó, agradeció la invitación y se despidió con la mano. No había llegado a la puerta de su casa cuando las palabras de papá resonaron en mi cabeza: “Ser tímido no es sinónimo de ser cobarde”
Inmediatamente, salté el pequeño portón de la casa, corrí hacia Ai-chan y cuando la tuve frente a mí tomé su brazo, la halé hacia atrás y justo cuando volteó asombrada al verme, la besé. Pude sentir un vacío en el estómago que parecía extenderse por todo mi cuerpo.
Como se trataba de mi primer beso, no tenía idea de si lo había hecho bien o mal. Estaba muy avergonzado, pero me tomé mi tiempo para “liberarla”. Cuando contemplé su rostro, estaba tan brillante como las luces del semáforo. Sonreí ante su expresión.
―Lo siento. No debí―
―¿Por qué te disculpas!
―¿Ah? Pues…
―F-fue inesperado, pero eso también lo hace romántico, si te disculpas pierde su magia.
―¿Su magia?
―Habías tardado tanto en hacerlo que… pensé que yo debería tomar la iniciativa.
―¿Estabas… esperando a que lo hiciera?
―N-no lo digas de esa forma ―dijo volteando su rostro―. E-estamos saliendo juntos y… desde hace mucho…
Guardó silencio.
―Eso quiere decir que tengo permiso de hacerlo de nuevo, ¿verdad, Ai?
Con su rostro y sus orejas rojas me miró directo a los ojos, los cerró y levantó su rostro. Recosté mi frente en la suya solo lo suficiente para sentir su respiración en mis labios. Después la besé.
En parte, también te debo esto, papá…
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