Cuento Infantil

El cuarto

Por Daniela Barrantes

No entiendo cómo mi hermana Viviana logró vivir en esa casa por más de un año. Era una casa pequeña, hecha de tablones de madera y pintada color verde agua. La primera vez que mi mamá y yo la visitamos, notamos que las cortinas nuevas blancas de la sala se veían manchadas por el moho y el ambiente se sentía tenso. ¡La verdad daban ganas de salir corriendo!

Luego de un par de meses, Viviana nos invitó a la celebración de los tres años de su hijo. Había pocos invitados, pero mi sobrino estaba contento. Correteaba de un lado a otro con sus amiguitos y familiares cercanos. En un determinado momento, Viviana me solicitó que le trajera algo de su cuarto. Cuando abrí la puerta de la habitación, un aire frío me puso la piel de gallina. Encendí la luz, porque estaba muy oscuro. Busqué lo que ella me pidió y, cerca de la puerta, sentí el aplanchador caer hacia mí. Por dicha mis reflejos son buenos, de lo contrario el golpe me hubiera tumbado en la cama.

Fue muy extraño. Yo estaba segura de que no había rozado la tabla de planchar como para que cayera de repente. Salí y cerré la puerta, muy inquieta por lo sucedido. Tal vez fue idea mía, pensé, por no gustarme esa casa en particular.

Días después, Elena, la mejor amiga de mi hermana, se mudó a la casa que tanto inquietaba. Viviana estaba muy contenta; iba a tener más compañía: mi sobrino adoraba a la muchacha. Ella era muy dulce y lo consentía mucho.

Sin embargo, la felicidad duró poco. Una noche, un grito angustiante despertó a mi hermana. “¡Viviana, hay un hombre en medio de la cama, despiértese!”

Era la misma sombra que despertaba a mi hermana, pero que ella nunca mencionaba por temor a que nadie le creyera.

Este cuento es parte del libro ¡Adivina mi nombre! Cuentos infantiles tenebrosos.


Publicado con permiso del autor bajo la licencia de Creative Commons:

Publicado el 2 de enero de 2022. Disponible hasta el 2 de mayo de 2022.